DE ESTA O DE LA OTRA (Segunda parte)

Víctor Delgadillo Vilcachagua

El tema de ultratumba esta mezclada con la tradición y con la historia de los pueblos. Es toda una institución, y han sido tratados desde el punto de vista religioso, social, cultural y hasta los científicos tratan de comprobar y explicar .

Cada cultura o pueblo tiene lo suyo, trasmitida oralmente pero también a través de la literatura, por ejemplo:

• En Bolivia han publicado títulos como: La dama antigua, Primera huésped del panteón, La novia condenada, El cura de mausoleo Ascarrunz, La monja que se pierde en la capilla.

• En Guatemala: La llorona, El sombrerón, El cadejo, La siguanaba, La tatuada, La procesión de ánimas en pena.

• Gladys Flores H. de Arequipa desde el año 2003 dirige la revista “Albricias”, escribió libros como: Las brujas cocinan, Historias sobre pishtacos, Historias de supay, Hablan los duendes, Almas, Fantasmas y Tunchis

• En Las Tradiciones de Ricardo Palma encontramos: Los duendes del Cusco, La endemoniada, El alma de fray Venancio, El cigarrero de Huacho, El alma de Tuturuto, La misa negra, entre otros.

Pero ahora estos cuentos y leyendas también forman parte de nuestro repertorio tétrico, lo contamos y tratamos con todo el interés que ello concita, pese a que desde la niñez nos han traumatizado y todavía nos causa temor cuando pasamos especialmente por las noches, por lugares que han sido los escenarios de los cuentos. Aun nos deja en la perplejidad las nuevas anécdotas vertidas por alguna familia o amigos que aseguran haber percibido o visto, porque podrían ser historias reales y ciertas o solamente alucinaciones.

Nuestros abuelos también se han gastado algunas bromas a costa de sus amigos con el cuento de almas aparecidas. Aquí una chanza fantasmada:

En aquellos tiempos vivía en Quipan el comunero don Juan, tipo muy bromista y alegre. Le decían “Juan Oso” porque gustaba de participar en la danza “Guarmichunchas” que es un motivo folclórico que amenizaba en la fiesta de Santa Rosa del mes de agosto; allí salía disfrazado de Oso, es el personaje que anima y pone la nota hilarante a la danza. Era comidilla de “portada” aquellas hazañas jocosas y burlescas que Juan Oso realizaba la noche anterior, claro desde su talante eran meras bromas, pero era diferente en el semblante de sus “Victimas” que pasaban tremendo susto por haber visto al mismo demonio o alguna alma en pena.


Cruz Chiquito es uno de esos lugares “pesados” en el camino hacia Conchococha, por la tarde ya oscureciendo algunas personas que regresan del trabajo apuran el paso para alejarse de ese sitio. Aquel día la señora doña Lola y su comadre Juana eran de las ultimas en pasar por allí debido a que se demoraron “pañando” la boñiga o la leña. Cruzar por ese lugar a esa hora, da miedo de solo pensarlo; a ellas les pareció ver algo, la respiración se les aceleró y los latidos del corazón sonaban más fuerte. De pronto, al dirigir la mirada hacia una roca grande al lado del camino, quedaron petrificadas de terror, empiezan a temblar y luego a gritar mientras veían entre la penumbra, un hombre calato con taparrabos de plumas y que tras la roca bailaba emitiendo ronquidos.

– “Hay mamacita este es satanás, Ave María Purísima...”

Pálidas del susto, solo atinaron a correr despavoridas sin darse cuenta que perdieron sus sombreros, ni tampoco escucharon la risotada de don Juan Oso, insolente bromista que se había apostado tras la roca disfrazado como diablo para sorprender a las incautas.

Los miedos a lo desconocido de cualquier grado son adquiridos, aprendidos e inducidos. La primera lección llega con las amenazas de algunos padres a sus pequeños traviesos: - “Si no obedeces…. viene el CUCO y te lleva o te come…”. Ese miedo inicial a lo inmaterial es un trauma que no se borra nunca de la mente. Luego se corrobora con los cuentos de la abuelita y finalmente con toda la literatura disponible hoy en día.

Con esa dosis de temor a los fantasmas que siempre llevamos encima, ocurren errores en la percepción que suscita la sensación de miedo y terror, cuando confluyen algunos antecedentes que ya están cargados en nuestra mente, por ejemplo: pasar por un lugar muy “pesado”; conocer de historias macabras que han acaecido en ese lugar; o cuando los objetos y sombras no son tan nítidos de ver sea por la distancia o por la oscuridad. Aquí un chasco fantasmagórico:

Transcurría el año 1974 ocupado en labores de labranzas Quipanera con mi padre, teníamos turno para regar el maíz de Pallca (Ireycha) y por tanto la noche anterior había que “botar el agua de Marco”, es decir desviar el torrente de agua de la quebrada de Argua que por las noches lo aprovechan los regantes de Quipan; significa quedarse en ese lugar para asegurarnos que el desvío de agua no sea interferido por algún atrevido. Sería las 4 de la mañana bastante obscura, decidí levantar aperos y marchar a Pallca.

Tomé el caminito de Sheque a Cruzpata por ser el más plano, pero debía pasar por el manantial que es “pesado”; para darme valor iba armado con mi linternita de mecha y kerosene. Ya en la proximidad del puquio la mente divagaba con tantos cuentitos que había oído sobre ese lugar y el miedo iba aprovechándose de tal circunstancia; tuve que saltar un pequeño arroyito para no mojarme los zapatos, al salvarlo, la vista quedó fija en el horizonte donde la tenue aurora dibujaba nítidamente la sinuosidad de la colina. Justo en la saliente unos 10 metros encima del puquio, veo la silueta nítida de una cabeza negra con cuernos que se meneaba lentamente de aquí para allá.

– “Maldición… un encanto o el mismísimo satanás”, pensé.

Parado inmóvil, con el corazón en las manos porque latía desesperado, sentía ardor en la cara como la fiebre, no quería hacer un solo ruido ni siquiera respirar, así pasaron los segundos quizá hasta un minuto; fue cuando esa cabeza cornuda se va alzando pausadamente hasta convertirse en un ser infernal parado ahí delante mío, realmente lo que veía en frente era un diablo moviendo cabeza y cola. Entonces el espectro emitió un resoplido estridente que parecía un trueno en esa soledad, sonó como un ruido macabro. Con el segundo resoplido, el miedo empezó a atenuar y la figura cornuda a disiparse, al mismo tiempo me volvía la serenidad porque el ruido era algo conocido, lo hacen todas las reses al levantarse.


Efectivamente era una vaca que pernoctaba en aquella querencia, al percatarse de mi presencia también tuvo miedo, se levantó y se alejé del lugar. Pasado el trance terrorífico, descargué una tremenda carcajada como para desagraviarme de la zoncera que me había ocurrido.

Dejemos que los investigadores, especialista o científicos se encarguen de desentrañar estos misterios. Mientras tanto seguiremos atentos y siempre con morboso interés, dejando que fluyan los cuentitos y las leyendas sobre fantasmas, porque nutre nuestra cultura y nuestro saber con emociones que casi siempre desembocan en hilarantes.

Shago - Oct 2016

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