“CHABARAN”: UN BORRIQUILLO SABIO - Segunda parte

Escribe QUIPACHO

En la primera parte, hemos descrito algunas pinceladas de este gran borriquillo CHABARÁN  que siempre me trae muchos recuerdos muy gratos de las vivencias en nuestra casa hasta que  pasando varios años fue “cambiado por una frazada” a los “huancayos” como le decían a los negociantes de la región central del país que venían al pueblo trayendo mercaderías que los quipanistos y quipanistas les requerían: ponchos finos, mantas “encajonadas” con nombres o iniciales de las damitas, máscaras para que bailen sus “negros de tareas” y de “negroviejos”, los “caleros” de mates burilados pequeñitos para acompañar con la cal viva en la “chaccha” de la coca infaltable para “armar” el inicio de los trabajos…

Ahora veamos una anécdota inolvidable del burrillo CHABARAN cuando de un solo plumazo  se devoró los conocimientos, las letras y las historias que ni yo he podido leer hasta ahora…

 

Resulta que una vez me enviaron a un corral que mi padre tenía en NONONCOCHA muy cerca de la carretera,  para “pastear” a Chabarán. Como ya sabía leer y siempre en mi casa encontraba revistas y periódicos actualizados que mi padre siempre compraba y encargaba a Lima, ese día de casualidad había encontrado un bonito libro bien forrado con esmero y que se titulaba JUAN SANTOS ATAHUALPA; entonces premunido de mi fiambre respectivo, del “apero” de Chabarán para que me lleve como jinete tanto de ida como de regreso de su pasteada me dirigí a Nononcocha  para que Chabarán disfrute del suculento pasto.

Eran como las ocho  de la mañana y había bastante sol por lo que andaba colocado un buen sombrero alón, al buen Chabarán le solté para que dirigiera a donde estuvieran los pastos en el corral y yo me acomodé en un “poyo” que siempre había en la base del corral para descansar, almorzar y leer el libro que había llevado mientras don borriquillo comiera su buen pasto del corral. El sol estaba fuerte así que traté de acomodarme con la mayor comodidad posible en el poyo de tierra…y con el sopor del calor y el sol, me puse a descansar y el sueño me venció.

De pronto me desperté pues muy cerca de mi poyo escuchaba los resoplidos familiares de Chabarán; era el burrillo muy cerca del poyo muy concentrado en la labor de masticar mi libro de Juan Santos Atahualpa…Ya casi había devorado una tercera parte del libro y me miraba con curiosidad pero sin detenerse en su labor comestible, perdí el sueño y miré a Chabarán, el seguía masticando las hojas del señor libro que yo ni siquiera había tenido ocasión de leer ni una página; y vi el panorama: Chabarán era un inocente animalillo y no podía razonar como los humanos ¿ le debería de gritar y castigar?... no era justo, entonces lo que hice fue rescatar el libro y tratar de esconderlo en algún lugar  haciendo un poyo pequeño para que no quedaran huellas de la existencia del libro; le llevé a Chabarán que comiera su pasto y esperar la tarde para regresar al pueblo.

Por lo visto CHABARAN se había convertido en cuestión de pocas horas en un señor burrito letrado e instruído  porque se había devorado muchas letras de un gran libro que narraba las andanzas y rebeldías del legendario JUAN SANTOS ATAHUALPA en las selvas del Chanchamayo…En suma, CHABARÁN ES UN BURRITO SABIO…



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