Jicamarca: (Des)control de su territorio comunal – Tercera Parte
III. LOS ANEXOS: NUEVO ESPACIO PARA UNA NUEVA D1NAMICA URBANA
Autor : Blas Gutiérrez Galindo
3.1.El desencuentro entre la comunidad matriz y los anexos
Entre ambos se ha desarrollado una gran tensión,
como fruto de la divergencia entre las expectativas de los pastores
jicamarquinos y los objetivos de los asimilados.
El efecto más visible de esta situación es el
permanente cuestionamiento que hacen los pobladores de la comunidad matriz a
las autoridades de los anexos; desde su perspectiva, el gobierno de la
comunidad es un derecho que debe retornar a manos de los jicamarquinos nacidos
en la comunidad tradicional, la matriz. Además, esta pérdida del control
político se traduce negativamente en hechos concretos; así, los pastores no
pueden entablar directamente tratos con organismos gubernamentales de la
jurisdicción a que pertenecen, ubicada en la capital de Huarochirí (Matucana), ya
que ellos no tienen la representatividad formal de la comunidad, lo que se
expresa en la frase:· "Nos han quitado los títulos". La degradación
de la comunidad matriz a prácticamente el estatus de un anexo más, para todos
los fines, coloca a los jicamarquinos originarios en una clara y evidente
minoría al momento de decidir sobre las prioridades de la comunidad; sus votos
se pierden dentro de un contingente numeroso de asimilados a los que con desdén
ellos denominan "invasores". De otro lado, un mutuo desconocimiento
de sus perspectivas y necesidades reina entre estos dos tipos de comuneros; más
aún, las autoridades comunales, ahora conformadas por asimilados, poco han
hecho por mejorar las condiciones de vida de la comunidad matriz. En algunos
casos las autoridades han incluido algún proyecto para la "zona
alta", sobre todo relacionado a las vías de comunicación. Así, una
directiva comunal preveía en su plan de desarrollo la culminación de la
carretera Huachipa-Jicamarca (que pasa por Cajamarquilla y Huaycoloro), de la
que falta unos 30 kilómetros para su conclusión; también se prevé la apertura
de la carretera que uniría la matriz con la comunidad de Collata, que tendría
unos 28 kilómetros. Las autoridades tampoco han hecho suyas otras necesidades
de los pastores, como la carencia de agua que sufre la parte alta.
Por el contrario, estas autoridades concentran su
atención al constante problema de los juicios por la recuperación y defensa de
las tierras bajas, donde las autoridades viven, o a la promoción del desarrollo
de las unidades agropecuarias asentadas en los anexos y a las potencialidades
extractivas de su suelo.
La constante ignorancia que cada grupo tiene
respecto del otro ha originado en cada uno de ellos ciertos estereotipos en
torno a sus respectivas realidades, que abonan todavía más las discordias
manifiestas. Los asimilados, cuando se refieren a sus "hermanos comuneros
de la matriz" que "no comprenden muy bien los alcances del desarrollo
de la comunidad", les atribuyen, con cierta conmiseración calificativos como
'atrasados'. Esta es la justificación que usan cuando explican los motivos del actual
control que ejercen en la comunidad; para los asimilados los pastores serían incapaces
de manejar los distintos proyectos de desarrollo porque "desconocen las gestiones
que esto supone". Por su parte, para los jicamarquinos de la comunidad matriz
se hace cada vez más dificil aceptar a los anexos como integrantes de una comunidad
tradicional tal y como ellos la concihen. Este desencuentro ha motivado que
algunos comuneros de la matriz, incluso, planteen como solución a este problema
la posibilidad de una escisión territorial. Esta idea cuenta con opiniones
divididas en la comunidad matriz; para algunos, la separación de la parte baja
de la comunidad de la que mayormente ya no dependen desde el momento en que las
antiguas lomas ya no proveen pastos- puede ser una salida adecuada para
desprenderse del problema de los asimilados y, sobre todo, para recobrar la
personería jurídica de la comunidad.
Pero también hay jicamarquinos que no pueden
hacerse a la idea de que su territorio se divida por la presencia de los
foráneos, quienes por otro lado -argumentan- ya se han integrado formalmente y
de algún modo salvaguardan la integridad territorial de la comunidad.
Contrariamente a lo que sucede en Puno (CABALLERO, 1992: 113), los anexos de Jícamarca no desean separarse de la comunidad-madre sea masiva o bien individualmente para asumir el control de los recursos de la parte baja. Los dirigentes son conscientes de que la separación significaría renunciar a todos los beneficios que la legislación peruana prodiga a las comunidades campesinas. Sin embargo, la mayor parte de los "comuneros asimilados" vive en función de los imperativos urbanomarginales; muchos de ellos ni siquiera están enterados de la existencia de la comunidad matriz. En el peor de los casos algunos asimilados identifican la comunidad campesina de Jicamarca con el conjunto de los anexos; es decir, sólo con la parte baja de la comunidad. Tampoco existe cohesión entre todos los anexos; por el contrario cada uno de ellos también vive en función de sus propios intereses. Frente a todo esto los dirigentes de la comunidad están utilizando desde los años '80 una imagen idealizada y estereotipada de la comunidad campesina; según ésta la comunidad de Jicamarca conformaría el conjunto de habitantes que ocupan los anexos (los "comuneros asimilados") y la parte alta (los "hermanos comuneros de la matriz") distribuidos en una extensa área serrana; se dice también que esta comunidad es "legado de los antepasados incas" y que estaría auspiciada por los principios de "no robar, no ser perezoso ni mentir" ("Ama sua, ama qella, ama lIulla"). Se agrega a esto la utilización de la bandera del arco iris, llamada del Tawantinsuyo (justamente por este mismo referente histórico del que, como se sabe, no existe una sólida confirmación), que es mostrada en reuniones públicas. Esta es la imagen que los dirigentes migran tes procuran trasmitir a los asimilados y que al mismo tiempo es presentada al exterior, sea a los organismos públicos, los privados o la prensa. En cierto modo, ella funciona en momentos críticos, como por ejemplo en los juicios destinados a la recuperación de terrenos. Tal vez a los asimilados quechua-hablantes de extracción campesina esta imagen estereotipada les pueda brindar una lejana evocación de una comunidad campesina de los Andes.
3.2.EI lote: espacio vital del asimilado.
La obtención y ocupación de un lote dominan toda la
atención de los comuneros asimilados de los anexos. El fin asignado a los lotes
marca sin duda una especial particularidad a estos poblados del territorio de
Jicamarca. Es acá donde se vuelcan y se concretan algunas aspiraciones o se
reproducen anteriores experiencias de los migrantes. La consolidación de estos
anexos significa proponer una nueva manera de organizar la comunidad, tarea que
está a cargo de los asimilados.
El espacio donde vivir en condiciones más
ventajosas que en un 'asentamiento humano' constituye un estímulo capital para
que los asimilados pongan todo el empeño por "su comunidad". De
hecho, asimilarse significa la asignación de un lote. Aquí el área de un lote
tiene una particularidad que probablemente no exista en otras poblaciones
urbano-marginales: la extensión del lote que recibe un asimilado varía de 300 a
10 000 metros cuadrados; este terreno, sin embargo, es asignado no como propiedad
privada sino formalmente en condición de usufructo, puesto que se trata del
territorio de una comunidad campesina.
Se puede distinguir dos tipos de lotes. De un lado
aquellos destinados principalmente a vivienda: éstos tienen un área promedio de
300 metros cuadrados, sus ocupantes residen en forma permanente allí y no
tienen otra vivienda fuera de ésta. Su conglomerado determina un paisaje
barrial, observable sobre todo en el anexo 17 (Alta Paloma) y en gran parte del
anexo 8 (conocido como Cerro Camote). Acá la construcción de la vivienda tiene
características propias de las poblaciones urbanomarginales, son construcciones
no terminadas, la mayor parte de material "noble" pero combinadas con
materiales precarios. Las familias de estos lotes crían animales de corral
(aves y conejos).
El segundo tipo de conglomerado de lotes, el más
numeroso, está conformado por aquellos cuya finalidad primordial es la
explotación económica, motivo principal para mucha gente. En estos lotes, un
área pequeña está destinada para vivienda y el resto se destina al
emplazamiento de la explotación. En el cuadro Nro 6 puede notarse que en
aquellos anexos donde dedican el lote prioritariamente a vivienda -como son los
casos de Yanacoto, Alta Paloma yen cierto modo La Vizcachera-Ios lotes tienen
una extensión máxima de 500 metros cuadrados.
En cambio, en aquellos donde se destina los lotes a
la producción la extensión de los mismos está por encima de los l 000 metros
cuadrados, llegando algunos hasta los 10 000 metros cuadrados, como es el caso
del anexo Río Seco, en el valle del Chillón, zona constituida por una extensa
quebrada aluvional.
En esta parte baja de la comunidad, sometida a un proceso particular de urbanización, no todos los anexos son iguales, ellos se diferencian por el fin principal al que está destinado el espacio ocupado. Hay anexos que tienen una evidente orientación económica. Así, podemos distinguir: (Ver cuadro 6)
lotes, uno para la vivienda y otro para los
corrales o chiqueros; cada comunero tiene alrededor de 80 cabezas de cerdos.
2) Anexos con destino agrícola: Son áreas destinadas principalmente a la producción de panllevar. Un buen ejemplo de este tipo lo constituye el anexo llamado El Vallecito, en él hay lotes de 1 000 metros cuadrados y cuenta con provisión de agua, también hay lotes de 5 000 metros cuadrados en la parte más lejana y alta, que no cuenta con ese recurso. En el Vallecito, ubicado a la altura del kilómetro 23 de la carretera central, están emplazadas las casas-huertas, las casas-granjas y varios bares-recreo. Existe un proyecto de irrigación. En 1987 El Vallecito ha producido 20 toneladas de papa, aparte de maíz morado y camote.
3) Anexos tipo asentamiento urbano-marginal: Son
ocupados por migrantes de escasos recursos que le dan a su lote un uso mixto,
para vivienda y para corral, éstos se encuentran próximos a distritos limeños.
El anexo conocido como Alta Paloma puede ilustrar este caso; está ubicado en la
margen derecha del río Rímac, en la zona de Campoy del distrito de San Juan de
Lurigancho y muy cerca de Huachipa. En realidad este asentamiento se encuentra
en una ladera rocosa a la que se le va ganando espacio habitable a fuerza de
"picar" la roca. En este anexo los comuneros asimilados han recibido
lotes de 300 metros cuadrados. La apertura de calles y el mantenimiento de la
carretera que ingresa al anexo es tarea de los asimilados, para lo cual
recurren a las faenas comunales dominicales. Se caracteriza, además, porque la
mayoría de los asimilados son originarios del departamento de Ayacucho, a
quienes se les han unido familias venidas de las cercanías, de Campoy
principalmente.
Este parte baja de la comunidad de Jicamarca se ha
convertido, así, en un espacio dinámico donde los migrantes provincianos en su
particular condición de comuneros asimilados están proponiendo nuevas
alternativas de ocupación de la periferia urbana, aunque ello signifique
afectar seriamente el territorio de una comunidad campesina.
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